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¿Quién controla su mente?

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Romanos 12:2

El gobierno de su mente es controlado por usted mismo y no por las influencias de la carne.  No los que piensan en la carne, sino los que piensan en las cosas del espíritu cosechan la bendición y la vida de Dios.  Dice la Palabra: no os conforméis a este siglo  presente, sino que transformaos por medio de la renovación del entendimiento para comprobar la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Eso quiere decir que usted tiene que ser formado por la palabra de Dios, no por la información que le da el mundo a diario. Si usted se la pasa mirando los noticieros se llenará de malas noticias. Entonces cuando sale a calle comienza a recordar todo lo que escuchó y vio y comienza a temer.

La voluntad de Dios es que sea muy feliz, muy bendecido y que haga feliz a la gente a su alrededor, que prospere y que bendiga a su familia con la prosperidad financiera. Que pueda apoyar la expansión del Reino de Dios con toda la bendición, por practicar los principios de la Palabra de Dios.  Por eso es tan importante que su mente sea gobernada por la Palabra de Dios, que esté llena de sus pensamientos. Dios piensa lo mejor de usted. Entonces usted también tiene que hacerlo. Es un vencedor, un victorioso. Créalo para que pueda vivirlo.

Hay un destino para su vida y si gobierna sus pensamientos, está gobernando su futuro también. Si está escrito. El conocimiento de Dios tiene que encontrar en usted una apertura.  Y lo que viene en contra, derríbelo y se dará cuenta qué vida bendecida que va a vivir.

Recuerde: su mente es controlada por usted. Pensamientos vienen, pero usted es el responsable de dejarlos entrar. Si estar de acuerdo a lo que Dios piensa llénese de ellos. Pero si vienen en contra, deténgalos para que no formen una fortaleza en usted. Usted puede hacerlo. Lo dice la palabra de Dios.

Oración: padre, gracias por tu palabra en este día. Quiero llenarme de ti. Por eso me determino a estar alerta para no dejar entrar pensamientos que vengan a destruirme. Meditaré cada día en tu palabra y me fortaleceré en ella. Creo lo que dices de mi. Soy un vencedor. En el nombre de Jesús, amén.

 

Apóstol Juan Crudo

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