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Descubriendo Su Destino

 

¿Tiene miedo de la voluntad de Dios para su vida?  Antes de que usted responda un rápido: “¡Absolutamente no!” déjeme desafiar su pensamiento.  La tradición y la religión a menudo nos han enseñado que servir a Dios nos costará.  Crecemos pensando que si nos rendimos a Dios y a Su voluntad para nuestras vidas, seguro que Él nos va a enviar a una selva tropical como misioneros, o que nos dirá que nos convirtamos en predicadores.

Estamos convencidos de que más allá de cuál sea su voluntad, estaremos tan llenos de dificultades, ignoramos el impulso dentro nuestro para descubrirlo.  Tratamos de ignorarlo, y continuamos con nuestros propios planes para nuestras vidas, nunca descubrimos realmente qué es lo que Él quiere que hagamos.

Si usted es una de esas personas, entonces nunca ha llegado realmente a conocer a Dios.  Cuando llega a conocer al Señor, aprende que todo lo que Él quiere para su vida es bueno.  Su voluntad es algo que usted puede hacer.  Su voluntad no es imposible, ¡y ciertamente no está llena de escasez!

Él lo dice en Su Palabra.  “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jer. 29:11 NVI). Esa es la Palabra de Dios para usted.  Ese es Su corazón hacia usted.  Dios nunca le causará un costo.  Él siempre le añadirá.  Él quiere que prosperidad y bendición estén sobre Su pueblo.  Él aún dice en Su Palabra que de eso Él recibe Su agrado (Sal. 35:27).

Dios siempre ha tenido lo mejor para nosotros en Su corazón.  Todo lo que Él nos ha dicho ha sido para nuestro bien y beneficio.  Esta es la razón por la cual tenemos que confiar en Él.  Tenemos que saber que Su voluntad siempre nos hace bien y que nunca nos daña.

Lo más posible es que cualquiera sea la voluntad de Dios para su vida, es probablemente algo que usted ya sabe cómo hacer.  Dios siempre comienza donde usted está.  No es probable que Él le diga que vaya a alguna tierra distante y que sea un misionero, al menos no al principio.  Él probablemente le dirá que vaya por su ciudad una noche por semana y que ministre esperanza a los desesperanzados.  O, que comience a ministrar a la gente en el hospital.  Cualquiera que sea, usted probablemente no necesitará un pasaporte ya mismo.

La llave para responder a ese llamado se la encuentra a través del libro de Jeremías.  En realidad, he aprendido la llave número uno que causará que todo en su vida, que todo problema, sea vencido, que toda situación termine en victoria.  Es la llave para responder a ese llamado que ha estado presionando su corazón, la llave para caminar en la voluntad de Dios para su vida todos los días.  Es una revelación que cambia vidas, que está contenida en sólo unas palabras: “SI OYERES ATENTAMENTE”  (Deut. 28:1).

La palabra traducida como oír en ese versículo significa “oír y hacer”.  Cuando usted “oye atentamente Dios”, usted lo escucha, y le obedece.  La palabra hebrea para oír es “shama”.  Quiere decir: “oír con atención o interés, obedecer diligentemente, prestar atención a, rendirse, escuchar.”  En otras palabras, quiere decir hacer lo que usted sabe hacer.  Si usted nació de nuevo, puede oír la voz de Dios.  Puede escucharlo a Él y obedecerle.  Puede oír atentamente a Dios.

Usted puede decir: “No puedo realmente oír a Dios.”  ¡Sí, puede!  Esa urgencia en su corazón para ir y ministrar por la ciudad, o para hablarle a su vecino de la puerta de al lado sobre las buenas noticias, es Dios hablándole a usted.  Él está hablándole a través del Espíritu Santo que está impulsando su espíritu, su hombre interior.  Cada creyente puede oír la voz de Dios.  Usted sólo necesita pasar tiempo en Su Palabra y aprender a reconocer Su voz.
Él quiere mostrarse fuerte a su favor, para bendecirlo y hacerlo crecer en toda área de su vida.  Todo lo que usted tiene que hacer para recibir Sus bendiciones es prestar atención a Su voz, tanto en lo que está escrito en Su Palabra y en lo que Él le dice que haga personalmente. Sólo haga lo que Él le dice.  “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho (Juan 15:7).”

Proverbios 4:23 dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”  Prestar atención a Dios, y a Su Palabra, requiere fidelidad. Usted no puede lograr que su corazón esté lleno de la Palabra sin fidelidad.  La fidelidad ya está dentro suyo, si usted nació de nuevo, y la fidelidad trae diligencia.

Todo lo que se necesita para estimularla es una decisión de su parte para ser una persona de la Palabra, para pasar tiempo en la Palabra, para poner la Palabra de Dios en primer lugar y para obedecer lo que Él dice.  Sería diferente si no tuviéramos la Palabra de Dios escrita.  Pero Iglesia, la tenemos.  Nosotros tenemos lo que Dios le dijo a Moisés, lo que Él le dijo a Josué, lo que le dijo a Adán.  Tenemos lo que Él le habló a los profetas.  Tenemos lo que Él le dijo a Jesús.

¡Aún tenemos lo que Jesús Mismo dijo!  Y tenemos el Autor, el Espíritu Santo, para revelarnos el espíritu y la verdad de su Palabra.  No hay razón para que usted y yo no conozcamos lo que Dios quiere, o lo que Dios dice.  Podemos volvernos fieles y diligentes en la Palabra de Dios. 

El libro de Jeremías es un gran ejemplo de la determinación de Dios para acercarnos Su Palabra a nosotros.  Por todo el libro, Dios envía Su profeta, Jeremías, para hablar a Su pueblo, para pedirles que lo oigan atentamente a Él.  Dios repetidas veces dice: “Sólo haz lo que te pido que hagas.”

A través del reinado de todo rey, y hubo varios, Jeremías siguió diciéndole a la gente que oyeran atentamente a Dios.  En Jeremías 2:13, Dios dice: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”  La gente había dejado el plan de Dios para sus vidas, e hicieron su propio plan.  Ellos adoraron a otros dioses y trajeron sacrificios delante de ellos.

Sin embargo, Dios fue misericordioso.  Él continuó enviando a Jeremías a decirles: “Obedézcanme y prosperarán.  Hagan lo que yo digo.  Presten atención, presten atención, presten atención.  Bueno, ellos no obedecieron.  En un punto se reunieron con sus esposas y firmemente dijeron: “No obedeceremos”.  Hundieron sus tacos en el suelo y no se movieron.  Dios no puede hacer nada por alguien que no le oiga atentamente.

Las cosas no han cambiado ni un poco desde el día de Jeremías.  Lo mismo que cambió nuestras vidas cuando comenzamos a escuchar a Dios, y hacer lo que Él dijo.  He conocido a gente en toda situación en la que Ud. puede pensar – desde terribles fracasos de negocio a enfermarse seriamente.  Y aún así, cuando ellos comenzaron a prestar atención a Dios y a Su Palabra, sus situaciones comenzaron a cambiar. 

Lo mismo vale para usted.  No me importa cuál pueda ser su problema hoy. No me importa dónde usted se encuentre, en qué tipo de problema se encuentre, o en qué condición esté su cuenta bancaria o matrimonio.  Su respuesta es la Palabra de Dios.  Y la frase en la Biblia que cambiará toda su vida es la frase “oíd atentamente”.

Si usted está enfrentando problemas de algún tipo, y no obedece a Dios, continuará teniendo problemas.  Continuará teniendo problemas si le da al diablo lugar en su vida. Si está viviendo inmoralmente, no tendrá paz.  No puede caminar en el mal y tener paz.
Hay una historia en Jeremías sobre los hijos de Jonadab quienes sabían qué significaba obedecer.  Dios le dijo a Jeremías que fuera a estos hijos y que les dijera que bebieran vino. Eso es algo realmente extraño que Dios le envíe a hacer a un profeta. Pero Jeremías fue.  Él fue tan maravilloso.  Él fue tan obediente sin importarle qué Dios le mandara a hacer.

Jeremías 35:5 lo registra de este modo:  “Y puse delante de los hijos de la familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.”  “Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Recab nuestro padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos; ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la retendréis; sino que moraréis en tiendas todos vuestros días…” (vs. 6-7).Dios observó esta familia por una razón: Ellos hacían lo que su padre les decía que hicieran.  Dios señaló eso a Jeremías. Él dijo: “¿Por qué la familia de Jonadab hará lo que él dice?  ¿Por qué sus hijos harán lo que él dice, pero mis hijos no me honrarán y no harán lo que yo digo?”  (vv. 13-16).

¡Santo Dios!  Quiero hacer lo que Dios dice.  He decidido no posponer nada, no retraerme de nada.  Cuando usted hace lo que Dios le manda hacer, le da honor a Él.  Todo lo que Dios nos ha pedido que hagamos es dejarlo a Él que sea Dios… y que lo reverenciemos.  Esto quiere decir que cuando Él nos manda a hacer algo, lo hacemos.

Dios no puede hacer nada por la gente que no lo oirá atentamente.  Él no puede llevarlo más lejos en su vida de lo que usted está ahora si no oye atentamente.  Pero si usted lo oye, si hace lo que Él dice, Él lo llevará a ese lugar que Él ha predestinado para usted.  Jeremías 33:3: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”Usted no tiene que tener miedo de la voluntad de Dios para su vida.  No tiene que salir corriendo para escaparse de Dios.  ¡Corra a Él!  Él tiene algo maravilloso.  Igual a sus huellas dactilares, ha sido específicamente diseñado para usted.  Es un plan para prosperarlo y no dañarlo, un plan para darle esperanza y un futuro.  ¡Es un buen plan!

 

 

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