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Pasos para la abundancia

 

Pasos para vivir en la abundancia (Para confesar)

 

La pobreza no es la voluntad de Dios.  Él dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3ª Juan 2).

Yo (Diga su nombre) Confieso aquí y ahora que no quiero saber nada de la pobreza.  Las palabras “insuficiencia” e “incapacidad” han dejado de formar parte de mi vocabulario.  DIOS ODIA LA POBREZA.  YO TAMBIÉN LA ODIO.

Jesús vino a darme “... (vida) ... en abundancia” (Juan 10:10).  Esa vida abundante de Cristo rebosa abundancia física y material.  ¡La abundancia es mía en Jesús!

Las Buenas Nuevas que Jesús anunció en Lucas 4:18, 19 incluían liberación de la pobreza.  Jamás volveré a confesar “escasez”, ya que “Mi Dios, pues, suplirá TODO lo que (me) falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

Dios no es un Dios que se vea afectado por la pobreza y Él no produce hijos afectados por la pobreza.  La Biblia es rica en promesas de que Dios nos “abrirá las ventanas de los cielos”; “satisfará”, “rociará”, “lloverá”, “derramará”, “proporcionará”, “reabastecerá” y nos “prosperará”.  DIOS ODIA LA POBREZA.

La Biblia claramente revela a Satanás como el devorador, el ladrón, el destructor.  Él trata de consumir nuestros recursos, de agotar nuestro dinero, de reducir nuestra capacidad económica.  Sin ignorar sus artimañas, “(resistiré) al diablo, y huirá de (mí)”  (Santiago 4:7).  YO TAMBIÉN ODIO LA POBREZA.

Dios promete que cuando lo honro con mis bienes, dándole las primicias de mis frutos, mi recompensa será ABUNDANTE (Proverbios 3:9,10). 

“Abundante” significa suficientes ingresos, dinero y satisfacción.  Cuando doy mis diezmos  y doy ofrendas, Dios promete liberarme y prosperar mi camino (Malaquías 3:10).  LA POBREZA ES UNA MALDICIÓN.

La pobreza ocasiona vergüenza.  Cuando uno se empobrece sufre necesidades y días difíciles.  ¡No más!  Al confesar y ofrendar hago posible que sean suplidas todas mis necesidades hasta llegar a la abundancia.  Ahora tengo los medios para proveer adecuadamente para mi familia.  Ahora “domino el dinero” en vez de que el dinero me domine a mí.  Por ende, doy alegre, liberal y generosamente a mi Señor. 

Él me devuelve “medida buena, apretada, remecida y rebosando” (Lucas 6:38).  LA PROSPERIDAD ES UNA BENDICIÓN.

Adiós pobreza.  ¡Gracias Dios por la abundancia!

        

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